miércoles, 14 de febrero de 2024

y 10) Sri Lanka, un país de gente animada y un paisaje que seduce

Los tuk tuks no son exclusivos de Sri Lanka, pero si un transporte básico aquí

Sri Lanka es un país vistoso, fotogénico, muy vivo y de un verde llamativo. Sus gentes son amables, cordiales incluso, algo a valorar, cuando se atraviesa una crisis económica que encarece los productos básicos y el combustible. En cambio, para el visitante occidental todo son ventajas debido a la depreciación de la moneda.

Motocicletas de altas prestaciones

En un país superpoblado y con un tráfico endiablado, las motocicletas cumplen un papel fundamental por su versatilidad y bajo precio. Transportan de todo, familias enteras (es frecuente ver tres y cuatro ocupantes, a veces incluso un bebé) y grandes bultos. Lo más normal.

Tuk tuk panadería, siempre con la misma música

En casi todas las ciudades vimos tuk tuk ligeramente transformados para ejercer de panadería itinerante. Los oías antes de verlos, ya que todos utilizaban una melodía pegadiza como aviso de su presencia. Para los esrilanqueses forman parte del paisaje, pero los turistas terminan casi odiando la musiquilla, sobre todos si estás sentado en algún sitio y este modelo de panadería oriental se para en las inmediaciones. Otra versión es el tuk tuk heladería, estos normalmente en lugares fijos .

El bochorno fue la norma durante el viaje

Como en todo país barato, seguro y de clima cálido, es frecuente encontrar occidentales que lo han elegido como lugar para residir o trabajar, a veces invirtiendo allí, como fue el caso de dos españoles, en uno de los hoteles donde nos alojamos. La seguridad actual es un valor destacable cuando se sale de una guerra civil entre la minoría tamil y la mayoría cingalesa, que provocó miles de muertos, una represión brutal y atentados sangrientos que eran noticia en todo el mundo hasta el 2009. Esta publicidad espantó el turismo y agravó la situación económica. Respecto al clima, realmente es caluroso con una elevada humedad, lo que resalta los valores de Nuwara Eliya como sitio para escapar del bochorno por sus 2.000 metros de altitud.

Aglomeración de gente en la cascada cercana a Ella

Nos llamó la atención estas semanas la escasa mendicidad que observamos por las calles. Fueron casos muy contados, escasísimos, y desde luego menor al que podemos ver en cualquier ciudad española. Por todas partes, sobre todo los fines de semana, veías familias enteras disfrutando del día.

Urinario anticuado en un vetusto bar de carretera, el único que vimos

Las condiciones higiénicas son otro cantar viniendo del primer mundo. Los hoteles, casi todos los nuestros y no estuvimos en cinco estrellas ni nada parecido, exhibían limpieza y buen aspecto. Fuera de estos recintos, la situación era otra: en puestos y mercados se vendían como norma productos perecederos al aire libre en un ambiente caluroso. La red de alcantarillas discurre en muchos casos bajo las aceras y a veces las tapas estaban rotas o movidas, dejando a la vista la escorrentía de residuales, y sus olores. Respecto a los WC públicos, había de todo, como en botica, pero eso sí, siempre con la ducha bidé junto a la taza para una correcta limpieza con agua .

Pero en el tema ambiental, lo que más dolor producía es la abundancia de basura por muchos lugares, sobre todo en núcleos urbanos, y las aguas residuales que visiblemente sin depuración alguna llegaban al mar en regatos. Cabe imaginar que lo mismo ocurre en ríos y lagos. Una asignatura pendiente, y  muy cara, difícil de abordar para países que tienen otras necesidades, y que en el caso de Sri Lanka simplemente sigue la estela de los países de su área geográfica.

En previsión de complicaciones gastrointestinales, procuramos no tomar ensaladas ni frutas con piel, tampoco hielo y por supuesto el agua siempre embotellada. Alguna vez lo del hielo se nos complicó, pero las seis personas del grupo logramos no tener problema alguno en este campo.


De las sorpresas que te encuentras en baños públicos destacó este cartel que fotografiamos en la estación de tren de Ella. Advierte a los usuarios que no utilicen el lavabo para lavarse las piernas. Curioso.

Lo que creímos un pez globo (venenoso) muerto en Uppuveli

De las playas por las que pasamos, la palma de suciedad se la llevó la megafamosa de Uppuveli, en Trincomalee. Obviamente, si eso sucede en un lugar turístico, cabe imaginar lo que ocurre en otros alejados del foco del turismo.

Una vaca triscando tranquilamente en una rotonda urbana de Trincomalee

Con los animales en espacios públicos, lo que más llama la atención a un occidental es la presencia de perros callejeros (street dogs los llaman) casi en cualquier lugar: carreteras, calles, recintos arqueológicos, playas. Nadie les hace caso, nadie se mete con ellos y ellos a su vez sobreviven como pueden, lo que viene siendo mal. Delgados, esqueléticos la mayoría, a veces con enfermedades visibles en la  piel, forman parte de un paisaje que los esrilanqueses miran pero no ven. Son casi todos del mismo estilo, sin raza identificable, mediana envergadura y colores claros, beis y marrón la mayoría, y se pasan la  jornada dormitando o revolviendo basuras. Y claro, al estar libres crecen sin control. Llegamos a la conclusión de que esta masiva presencia de perros tiene que ver con la concepción budista de la vida y su respeto por los animales, aunque dudamos que este laissez faire, laissez passer beneficie a estos miles o cientos de miles de canes. Realmente daban mucha pena. Tanta, que nos cortamos a la hora de hacerles fotos.

Vacas jóvenes vagando por una carretera en la periferia de Tissamaharama

Tampoco es inusual encontrarte alguna vaca suelta, como ejemplos las anteriores fotografías, pero ni mucho menos es algo habitual, como ocurre en la India.

Precaución con los cocodrilos, en un río en Anuradhapura
Por supuesto, tampoco cocodrilos, pero existen y por si acaso avisan. En el lugar de la imagen, junto a una carretera, mucha gente había parado para intentar verlos. Finalmente localizamos uno a lo lejos, pero una valla metálica impedía acercarse al cauce.

Aviso en una zona rural de Sigiriya; estos mamíferos tienen cada vez menos espacio

Tampoco vimos elefantes en libertad, excepción hecha de los dos parques nacionales donde hicimos sendos safaris, pero pudiera haber ocurrido. Es una animal endémico en el país y su coexistencia con los agricultores complicada por los destrozos que originan en las cosechas. Vimos zonas cultivadas rodeadas de vallas electrificadas, y leímos que poco a poco los paquidermos van siendo arrinconados y cada vez tienen menos espacios accesibles.

Varano de gran tamaño en la orilla de un lago en Mirissa
 
Reptiles como los varanos es habitual encontrártelos en Sri Lanka, normalmente cerca del agua. Es el caso del de la fotografía superior y también vimos varios en el lago de Kandy, y otros cruzando una carretera en el interior del país o por la ciudad vieja de Galle, varano este último que terminó escabulléndose en una alcantarilla. La gente no les prestaba atención y parecían inofensivos.

Secando maíz  al sol sobre el asfalto por una carretera del interior, otras veces es arroz. El Buda es del conductor del coche que nos llevaba.

En uno de los traslados por carretera en el interior del país nos encontramos con escenas como la de la imagen, que nos sorprendió. Cada poco habían puesto granos, de maíz y también arroz, a secar directamente sobre la carretera, y si estaban en el arcén de arena, sobre un plástico o lona. El chofer no le dio mayor importancia y los coches se limitaban a invadir el otro carril para no cargarse la cosecha. Cabe imaginar que no tienen lugares más adecuados para este secado y que el asfalto es un sitio adecuado pues adquiere rápidamente alta temperatura.


De las sorpresas del viaje, está página de un periódico que cayó en nuestras manos por casualidad en la cafetería del Gran Hotel de Nuwara Eliya. Se trata de la sección de anuncios por palabras y son todas propuestas de matrimonio, y había nada menos que cuatro páginas estaban dedicadas a estas proposiciones. Echamos un vistazo y comprobamos que en su mayor parte eran de familias para sus hijos residentes en el extranjero (EE. UU., Gran Bretaña y otros), normalmente profesionales y en muchos casos talluditos, mozos de 40 años o más. Pese a lo arcaico del sistema, en muchos casos buscaban novias con estudios, másteres y demás adornos académicos. También algunos novios, pero menos. No dábamos crédito, pero esto ocurre en el primer país del mundo en elegir a una mujer como presidenta. Fue Sirimavo Bandanaraike, en 1960.

Coche decorado para, suponemos, un enlace nupcial en la ciudad de Galle

Y después, si las negociaciones fructificaban, llegaría el día de la boda y los coches lucirían al estilo del de la imagen. En el sitio donde hicimos la foto había más coches de esta guisa y parejas haciéndose las fotos de rigor.

Pez loro que nos ofrecieron en el hotel de Galle. Los colorines son naturales.

De lo que no tenemos la menor idea es de como se celebran las bodas en Sri Lanka, un tema que no surgió en ninguna conversación. Por nuestra parte, al principio del viaje, en el segundo hotel del trayecto, en Galle, el manager nos ofreció guisarnos para la cena un enorme pez loro de cinco kilos. Le dijimos que sí y concertamos la hora para degustarlo.

El pez loro una vez guisado, que solo estaba regular

Sin embargo, la experiencia fue mediocre. Primero, el retraso, no terminaba de salir de la parrilla. Y lo más importante, no estaba demasiado bien, por dentro no se había hecho del todo y a mayores un poco seco. En fin, hicimos lo que pudimos y nos fijamos mucho en las guarniciones que lo acompañaban.
 
Pepe Gotera y Otilio arreglando un grifo roto en el hotel de Tissa

De los  hoteles, el momento más curioso lo vivimos en Tissamaharama, un magnífico alojamiento, cuando casi a medianoche se estropeó el grifo del lavabo de una habitación al salirse de su sitio la manilla de apertura. Consecuencia, no paraba de salir agua. Nos pareció una barbaridad este dispendio hasta la mañana siguiente y avisamos. Al poco llegó el manager con un adjunto a ver el desaguisado; después, fueron a por herramientas y se pusieron manos a la obra. Más material, un fracasado intento de tapar la boca del grifo con una cinta aislante de gran tamaño (la presión del agua lo impidió) y así durante un buen rato. En el baño no había llave para cerrar el agua y eso lo complicaba todo. Al final consiguieron bloquear el agua con un cierre fuera del edificio, en una curiosa escena con un tercer operario en el exterior, hablando con el manager y el otro por la ventanita del baño. De película. Al no conseguir nada, muy amables, nos ofrecieron el traslado a otra habitación, en una parte lejana del hotel, que desechamos pues era casi la una de la madrugada. Por suerte al rato pudimos tener agua en la ducha y en el WC y, total, al día siguiente nos íbamos de Tissa.


Pero la palma hotelera fue sin duda el ¿hotel? de Ella, en obras, accediendo por una terraza desastrada y todo lo que habéis podido leer en la entrada correspondiente, la número 4.


A cambio, una vista espectacular del Ella Rock desde la terracita de acceso a las habitaciones. Una por otra, podríamos decir a toro pasado.
Magnífico ejemplar del parque botánico de Kandy

Como notable alto de estas cuatro semanas en Sri Lanka, la increíble visita a un lugar espectacular como el parque botánico de Kandy, que nunca olvidaremos.

Isabel II había plantado este árbol 43 años antes de nuestra visita

Una zona del parque estaba reservada para la plantación de árboles por parte de dignatarios de todo el mundo de visita en Kandy. Una placa daba fe de la fecha y había muchas de presidentes de India y otros países asiáticos y también de la realeza y primeros ministros del Reino Unido. Como estaban todos en un área, era entretenido ir viendo las placas y los árboles, lo que venía a ser un recordatorio de las visitas recibidas por Sri Lanka en el último siglo. Y si alguien tiene curiosidad por el enrevesado idioma cingalés, en la placa podéis tener una idea.

Mujeres tamiles recogiendo hojas de té en Nuwara Eliya

En el plano humano, se nos quedó grabada, pese a la lejanía, la mirada de estas esforzadas mujeres tamiles recogiendo hojas de té en la plantación de Damro en Nuwara Eliya. Creímos percibir en sus ojos una vida de duro trabajo y esfuerzo mal retribuido mientras nosotros paseábamos por el recinto de turisteo.  Veinte kilos de hojas tienen que recoger cada día. Gracias a su trabajo, Sri Lanka (que significa isla resplandeciente) es el cuarto productor mundial de té pero el primer exportador.

Barrio de las trabajadoras de la plantación de té

Complemento de la imagen de las recolectoras, el barrio de la plantación donde residen estas trabajadoras, imaginamos que con sus familias. Casitas indudablemente modestas, pero cercanas al tajo.

Ofrenda de flores en la sacred city de Anuradhapura

Ah!, y la flor por excelencia de este país es el nenúfar, que con la cantidad de lagos, lagunas y estanques que hay son muy habituales.

Otros asuntos que nos llamaron la atención en este viaje y ya de forma telegráfica:

- Sanguijuelas: después de dar un paseo por el monte en Ella una del grupo se descubrió unos puntos sangrantes en la pantorrilla. un rato después le pasaría a otra. En principio pensamos que eran unas heriditas originadas por unas ramas, o algo así, pero luego nos dimos cuentas de que eran mordeduras de sanguijuelas, algo común en el país. Te pican, incluso por encima de los calcetines, están un rato chupando y luego se sueltan. Como les ocurrió a ambas, ni lo notaron, ni las vieron, solo las picaduras que son indoloras ya que inoculan un anestésico local y no te enteras. 

- Pitidos: que nadie vaya a Sri Lanka y pretenda librarse de los pitidos de los vehículos. Es un recurso constante y terminan siendo inaudibles por su repetición. Y de manera preferente pitan los conductores de los autobuses en las carreteras, de las que se consideran dueños. Consiguen apartar a los demás con sus atrevimientos a veces peligrosos.

- Servilletas: solo nos pasó en el hotel de Colombo, por lo que no es algo general. Había muchos camareros en el comedor, atentos a todo. Entre otras funciones, cada vez que te levantabas a por algún plato (era bufé) uno se acercaba a doblarte de forma esmerada la servilleta. Al principio nos sorprendió, pero luego se convirtió en algo un poco... digamos... agobiante. Nos levantamos muchas veces (ya que era un buffet) y parecía un exceso de celo servil, pero poco pudimos hacer.

- Ejército: en algunas zonas del país pasamos junto a bases y recintos militares, principalmente en los alrededores de Yala y sobre en la carretera de Polonnaruwa a Trincomalee, donde vimos varios acuartelamientos, todos en zonas rurales, uno de ellos un regimiento de comandos creado en su momento a imagen y semejanza de los británicos. En este último caso pensamos que podría tener que ver con la proximidad a las zonas tamiles. Hemos leído que sus fuerzas armadas tienen unos 350.000 efectivos (bastante más del doble que España con menos de la mitad de población) y siempre ha sido profesional. El crecimiento del ejército tuvo que ver con las décadas de guerras civiles contra los tamiles.

Nuestro guía en Nuwara Eliya parado en la carretera para que viéramos otra plantación de té

Y ya para despedir este blog, un recordatorio para los numerosos taxistas-guías que facilitaron nuestro viaje, en general gente amable atenta en todo momento a nuestros deseos.

El simpático guía de Kandy en la visita al Buda gigante

Mucha gente visita Sri Lanka y contrata el primer día un taxista que les acompaña todo el recorrido por la isla ejerciendo también de guía. Teníamos claro que no era nuestro modelo de viaje. Obviamente, lo hace todo más fácil, pero también te limita. Evita que te equivoques y la mayoría de los errores que pudimos cometer, pero el recorrido pierde espontaneidad, frescura y libertad. Tuvimos ofertas de varios de ellos pero preferimos ir contratando para los desplazamientos internos caso por caso, y nos fue bien. Y mucho no se nos escapó, porque en estas cuatro semanas visitamos seis de los ocho lugares del país declarados Patrimonio de la Humanidad.


Y como despedida del blog, una imagen icónica para nosotros del mono más expresivo, y mira que vimos en estas cuatro semanas de empapamiento de la realidad esrilanquesa. No sabemos si refleja temor, o sorpresa, ante nuestra presencia, posiblemente nada, simplemente, es su forma de mirar.


Y con esta imagen en la old city de Polonnaruwa, los seis viajeros gallegos que deambulamos con rumbo por Sri Lanka nos despedimos. Como siempre, pensando en el siguiente viaje, que sin duda será más pronto que tarde. ¡Hasta entonces!.

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