Situada a 1.040 metros de altura, Ella es el inicio de las Tierras Altas. Se trata de una pequeña población un tanto desastrada que tiene un gran éxito entre el turismo más juvenil y de hostel. Reflexionamos sobre ello los tres días que pasamos en la localidad. A su favor, el histórico puente del tren y dos picorotos llamativos como son el Little Adam´s Peak y Ella Rock, y un atractivo paisaje de montaña. Aparte de ello, disfruta de un ambiente increíble con muchos jóvenes y mochileros deambulando por sus calles y callejas.
El día del viaje salimos de Tissa con el chofer que nos había traído dos días antes desde Mirissa, Kelme, con el que recorrimos los 90 kilómetros haciendo alguna parada. La primera, para conocer el buda de Buduruwagala, esculpido en la roca con otras seis figuras más. Llama la atención que nosotros vimos imágenes deterioradas con escaso relieve y las de Internet son mucho más nítidas y perfectas. Efectos de los filtros, quizás.
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Delante del buda de Buduruwagala |
El buda tiene 16 metros de altura y se encuentra muy afectado por la erosión y el paso del tiempo. No se conoce su fecha exacta, pero se piensa que supera el milenio.
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Pegando la hebra con zamoranos y alcarreños en Buduruwagala |
A lo largo del viaje frecuentemente encontramos viajeros españoles, y en Buduruwagala en concreto un grupo de turistas de Zamora y Guadalajara, con los que estuvimos un rato charlando. Ellos venían del norte y se dirigían a las playas, justo al contrario que nosotros.
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Cascada de Ravanna |
Ya a muy poca distancia de Ella el guía se detuvo en la carretera para que viéramos con tranquilidad la cascada de Ravanna, de unos 40 metros de altura.
Es un salto enorme que añade aún mayor belleza a las verdes cadenas montañosas por las que estábamos transitando. No había aparcamiento, por lo que coches y autobuses estacionaban en la carretera provocando un pequeño tapón. Allí ejercían varios vendedores ambulantes, casi una feria para las numerosas personas que querían ver la cascada.
La circulación y los adelantamientos siguen códigos que los foráneos no captamos
El embotellamiento que provocaban los vehículos no generaba problema alguno, carecía de importancia. Están muy habituados a que calles y carreteras sean un lugar de lo más enfollonado.
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Coches en la carretera para visitar la cascada |
Los últimos kilómetros antes de llegar a Ravanna fueron un suplicio para nuestra van, visiblemente mayor para semejante esfuerzo. Después la carretera tenía aún más pendiente y los sofocos del motor se hicieron lastimeros, pero llegar, llegó, aunque fuera renqueando.
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Paisaje de montaña en Ella, todo verdor |
Si llegar a Ella le supuso un esfuerzo a nuestro vehículo, encontrar el hotel todavía más. Ella está en la base de varias montañas y salvo unas pocas calles se ha desarrollado escalando por laderas.
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Una de las calles principales de Ella |
El conductor utilizaba Google Maps y dijo que sabía llegar al hotel, lanzándose por un empinado camino. Un par de kilómetros después tuvo que dar la vuelta. Hizo otro intento y tras este segundo fallo no le quedó otra que llamar por teléfono al alojamiento. Pese a nuestra advertencia volvió a equivocarse, descendiendo por un caminejo minúsculo y empinado donde algunos de los viajeros ya se pusieron lívidos. Era muy pequeño para la van, pero logró salir.
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Planta superior por la que se accede obligatoriamente al Natur´s Grove |
La verdadera sorpresa, sin embargo, nos la llevaríamos al llegar al Natur´s Grove, que fue el peor alojamiento con diferencia de todo el viaje. Una edificación sin terminar, con un acceso inverosímil y un baño que Sanidad cerraría. Cualquier parecido con las fotografías de Booking era pura casualidad. El precio de las 3 noches fue de 243 euros. En honor a la verdad hay que decir que a este lugar llegamos por descarte después de que una serie de mensajes de otro alojamiento que habíamos reservado en Ella. Pedían un pago por adelantado y cancelamos al sospechar de algún tipo de estafa. Nos despistaron los comentarios positivos sobre el Natur´s, algunos de españoles, que no alcanzamos a entender.
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Acceso al Natur´s Grove |
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Mucha naturaleza, pero el alojamiento estaba a medio hacer |
En la foto las habitaciones pueden parecer aceptables, pero no lo eran. Tanto, que durante la primera noche decidimos que tres días allí eran demasiados. Dos del grupo recorrieron a la mañana siguiente los alrededores buscando otro hotelito en mejores condiciones, pero ninguno contaba con tres habitaciones libres. Así que allí nos quedamos.
En el haber del establecimiento, unas vistas espectaculares sobre Ella Rock desde la terracita donde desayunábamos y la amabilidad de los dos chicos que lo gestionaban. En lo demás, suspenso total.
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De camino al afamado puente |
Tras el fallido intento de cambio, de mañana nos pusimos en marcha para una excusión al Puente de los Nueve Arcos, un espectacular viaducto para el ferrocarril. Fue terminado en 1921y sigue en activo.
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El puente se aparece de improviso e impresiona |
Es una excursión estupenda ya que se llega a través de caminos rurales bajo tupidos bosques. De repente, en una bajada, aparece el puente, un momento mágico.
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Tiene 91 metros de largo, 24 de alto y 8 de ancho |
El puente es una imponente obra de ingeniería, ya que no se utilizó hormigón ni hierro. Había comenzado la Primera Guerra Mundial y esos materiales eran imprescindibles para la actividad bélica británica.
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Sentada sobre el borde del puente, una irresponsable |
El puente es una atracción turística de primer orden. Estaba lleno de gente cuando llegamos y ocurre así a diario, con la multitud paseando hasta que se oye el pitido que anuncia el paso de un convoy. Entre tanto personal, siempre hay algún descerebrado/a al que no se le ocurre otra cosa que sentarse encima del pretil.
El lugar encandila y el paisaje que lo rodea, todo verdor, contribuye. Solo nos faltó ver pasar el tren, pero dada la poca fiabilidad de los horarios esperarlo podía suponer una demora considerable.
Con tanto éxito, no faltan vendedores ambulantes para atender cualquier necesidad o capricho.
Decidimos extender la excursión para acercarnos desde allí al Little Adam´s Peak, uno de los dos picos famosos de Ella y el más accesible (1.141 metros, por 1.348 de Ella Rock). Previamente tuvimos que subir desde el Puente de los Nueve Arcos por una de las laderas, en ocasiones casi gateando. Después el camino mejoró hasta llegar a la base del pico. Aquello también era una fiesta, con mucha gente y atracciones.
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Columpio gigante sobre el valle |
Entre ellas, un espectacular columpio sobre la montaña, en el que alquilaban trajes de amplio vuelo, cola y coronas de flores a las chicas que querían fotos fashion. Costaba caro pero la fila esperando era permanente.
La subida al Little Adam´s Peak obliga al esfuerzo de superar casi 500 escalones y algunas pendientes.
Una vez arriba, se disfruta de una vista espectacular sobre los alrededores de Ella.
Como todos habíamos sudado lo nuestro, no nos privamos de recuperar energías tomando leche de cocos que abrían in situ. Había varios vendedores y el precio ridículo: 200 rupias, poco más de medio euro cada uno.
Satisfechos por una excursión tan gratificante, al llegar a la base elegimos una ruta distinta para regresar a Ella. Discurría a través de fotogénicos campos de té, tan bellos que casi parecían decorados artificiales.
Teníamos en cartera visitar una explotación de té, actividad que llevaríamos a cabo durante la siguiente etapa en Nuwara Eliya, que pronto relataremos.
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Ración para uno de rice and curry, arroz con cosas, un clásico muy rico de Sri Lanka |
En Ella teníamos variedad de restaurantes para elegir. El primer día comimos en The White Rabbit. Al siguiente en el café Chill, y el último día en La Mensa. Todos estuvieron bien, en un ambiente muy internacional y aquí dejamos recuerdos de alguno de los platos consumidos.
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Chop suey de langostinos con huevo frito |
El tercer día en Ella tuvimos que buscar actividad. Las dos excursiones previstas las habíamos llevado a cabo en la primera jornada y Ella Rock quedó aparcado. Era demasiado el esfuerzo que nos iba a exigir, considerando también el calor, y porque la ruta era un tanto abrupta.
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Paredes decoradas en la cueva de Dowa |
Elegimos visitar el templo de Dowa Rock contratando dos tuk tuks, ya que se encuentra en Badulla, a unos kilómetros de Ella. Se construyó utilizando una cueva y unas rocas enormes .
Es un lugar muy venerado con más de 2.000 años de antigüedad. El Buda tumbado está completamente encastrado en la cueva donde reposa, ocupando todo el espacio disponible.
Techos y paredes están completamente cubiertos con pinturas y frescos que relatan historias religiosas y la vida de Buda.
Sin ninguna explicación a nuestro alcance resultaba imposible comprenderlas.
Pero la visita merece la pena pese al olor a humedad que impregna su interior.
Además de las lluvias y del agua que pueda filtrarse por la piedra, junto al templo discurre un río de montaña en el que había una pareja tamizando la arena. Se nos pasó por la cabeza que pudieran estar buscando pepitas de oro.
Como turistas avezados, decidimos después darnos un rato de holganza y acudimos al complejo del columpio del día anterior, que tiene de todo y mucho ambiente de turisteo, incluidas piscinas para pasar el rato viendo a la gente columpiarse.
Nos tomamos un zumito y el viento que corría nos obligó a cubrirnos con prendas de abrigo. Sería un espejismo en medio del calor que pasamos todo el mes, excepto en Nuwara Eliya,
Tuvimos tiempo para una partida de billar americano, con el clásico chicas contra chicos, y con el testimonio gráfico no es preciso comentar el resultado.
Entretenimiento aparte, este enorme salón utilizaba como columnas unas gigantescas cañas de bambú que nos llamaron la atención.
En Ella vimos muchas casas en obra en las que utilizaban bambú en su estructura.
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Imagen de Ella Rock con la neblina mañanera antes de ir a la estación |
Desde Ella a Nuwara Eliya teníamos intención de viajar en tren disfrutando de un paisaje excepcional, como recomiendan todas las guías, pero no resultó sencillo. De entrada, imposible adquirir los billetes en primera clase, con asiento reservado como pretendíamos. Nos conformamos con segunda.
Una vez en la estación, el andén empezó a llenarse y nos preocupó la posibilidad de no encontrar sitio para viajar sentados. El viaje dura cuatro horas y de pie podía superarnos. Además, llevábamos todo nuestro equipaje.
Con el paso del tiempo (los trenes en Sri Lanka no acostumbran a ser puntuales) el andén estaba a rebosar y nos conjuramos para quedarnos en tierra si no había sitio. Total, el billete no nos había costado ni un euro a cada uno.
Finalmente el tren llegó y en la confusión del momento nos separamos. Hubo quien subió a empellones y pretendía ir incluso de pie en un vagón atestado. Mientras, los demás buscándolo... Un numerito. Al final fue localizado, todos bajamos y tras el correspondiente chaparrón nos organizamos para viajar a Nuwara Eliya en una van. La gestionamos por la app Pick Me y no hubo problema alguno, salvo que la carretera era una sucesión de curvas de montaña en medio de plantaciones de té y con un tráfico horrible.
En la estación de tren habíamos encontrado este atractivo cartel turístico con el Puente de los Nueve Arcos como motivo.
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