sábado, 3 de febrero de 2024

6) Kandy, comercial, bulliciosa, verde y religiosa

Kandy es una ciudad atractiva, animada, arbolada y con la impronta que da haber sido capital de la isla varios siglos y guardar desde entonces la principal reliquia de Buda en Sri Lanka. Y por supuesto, declarada Patrimonio de la Humanidad.

Llegamos a esta urbe de 130.000 habitantes en tren para una estancia de tres días y en la estación de ferrocarril sin pretenderlo resolvimos de una tacada los desplazamientos previstos.

Imagen de Kandy, por algo es conocida como la ciudad de los árboles

Un taxista espabilado nos captó ofreciéndonos el traslado al hotel por un precio inferior al de la app, cosa sorprendente ya que siempre fue muy competitivo. Obviamente, su objetivo era conseguir unos clientes para varios días, y lo logró. Nos pareció una persona seria y fue nuestra sombra en Kandy. A Nuwan Asela, que ese es su nombre, lo contratamos también para el desplazamiento a Sigiriya, la siguiente etapa. Y solo podemos decir que quedamos muy satisfechos.

Estación de ferrocarril de Kandy

Desde la estación fue haciéndonos en inglés las preguntas habituales de los taxistas y tuktukeros, a las que ya estábamos acostumbrados, tanto que casi las esperábamos: ¿De dónde sois? ¿Cuántos días vais a visitar Sri Lanka? ¿Y en Kandy? ¿Y después dónde vais? Luego se hizo su propia composición de lugar y nos ofreció sus servicios. Lo valoramos, negociamos el precio y quedamos para la mañana siguiente.

Vistosa entrada a nuestro hotel

Nuestro alojamiento, Kandy Hills, estaba realmente bien y por su nombre es fácil deducir que se ubica en una de las colinas por las que se ha desparramado la ciudad. Estábamos a un par de kilómetros del centro y le explicamos a la persona de recepción, para su sorpresa, que este primer día bajaríamos (y volveríamos) andando. A nosotros nos encanta caminar, pero lo habitual es que los visitantes eviten este esfuerzo y más cuando el hotel se alza en una colina.

Las camas en los hoteles fueron siempre extra grandes

Bañera con vistas... que no usamos

Nuestras habitaciones eran especialmente amplias, igualmente la cama y lo mismo el baño, en el que teníamos una bañera con vistas a la ciudad. Como suele ser habitual, decora mucho y no se usa, que fue nuestro caso.

El lago de Kandy embellece la ciudad; data de 1807, cuando el rey de entonces ordenó construirlo

Kandy fue la última capital del reino independiente de Ceilán, título que había logrado en 1592 cuando los portugueses eran ya dueños de las zonas costeras. La situación se mantuvo con la sustitución de los iniciales conquistadores por los holandeses, aunque en ambos casos hubo escaramuzas y guerras. La capitalidad política desapareció con la conquista por los británicos en 1815. Sin embargo, mantuvo la primacía religiosa debido a que allí se guardaba la reliquia del diente de  Buda, tremendamente venerada, radicada antes en Anuradhapura, mientras esta ciudad fue la capital. 

Edificio en el lago junto al templo del Diente de Buda

Conocido como Bogambara, el lago de Kandy fue construido por el último monarca unos años antes de perder la condición de capital. Sri Wickrama Rajasinha se empeñó en llevarlo a cabo pese a las protestas de algunos pobladores, que fueron sofocadas con violencia. Tampoco aceptó que trabajadores se negaran a seguir con la obra; cuando se plantaban, eran decapitados como ejemplo y sus cabezas expuestas sobre lanzas.


El edificio visitable en la parte más céntrica del lago, junto al templo del Diente de Buda, tiene en sus bajos una piscina que utilizaban los monjes, y en la parte superior un pequeño museo.


Las colinas, los árboles y el lago confieren a Kandy un carácter muy fotogénico, como se aprecia en esta imagen tomada en la planta superior del edificio de los baños.


Y en el borde del lago, una abundante fauna compuesta principalmente por monos y varanos, junto con una gran variedad de aves. Mientras paseábamos pudimos ver como un pelícano se zampaba un pez de gran tamaño, al que le costaba hacer pasar de la bolsa de su pico al estómago. Al cabo de varios intentos finalmente lo logró. Igualmente, un varano que investigaba por el borde del lago, se tragó un cangrejo al que sorprendió tras mover una piedra bastante grande. La esencia de la vida natural.

Fotogénica isla en el centro del lago de Kandy

La isla en el centro del lago también tiene su historia, que señala que era utilizada por los reyes como casa de recreo, y la leyenda de que estaba conectada al palacio por un túnel secreto.


La primera noche cenamos en el hotel, en un comedor abierto como es habitual en Sri Lanka. Y bien.


Tan abierto que una mañana apareció un invitado que no fue precisamente bienvenido. En cuanto uno de los camareros lo localizó, procedió a expulsarlo de malas maneras. Ya hemos comentado que los monos no tienen buena prensa aquí. De hecho, en este hotel había pegatinas en la cristalera de salida a la terraza de las habitaciones para que no quedaran abiertas. Se corre el riesgo de que entre algún mono y se lleve cosas del interior. En tal caso, imposible recuperarlo.

Zona de estar para los clientes en el vestíbulo del hotel, abierta para que corra la brisa

Con nuestro chofer en las escaleras del Buda gigante

El segundo día en Kandy hicimos un tour de la mano de nuestro guía. La primera parada fue en el buda gigante, cuyo nombre es Bahiravokanda Vihara, de nada menos que 25 metros de alto e instalado en una colina. La imagen es visible desde la mayor parte de la ciudad.

Con nuestro guía-chofer en lo alto del Gran Buda

Nuwan nos acompañó en la visita al interior de la estatua y después subió con nosotros hasta lo alto. El día era radiante y desde allí se disfrutaba de una vista general de la ciudad.


El buda es realmente una estatua impresionante por su tamaño y perfecta conservación. Para entrar pagamos entrada, pero nuestro taxista-guía pasó gratis.


En el interior del recinto, en la parte baja de la estatua, hay un enorme hueco, que en la práctica es un templo lleno de pinturas y relieves.


Gracias a las explicaciones de Nuwan pudimos comprender algo de lo que allí veíamos. Nos fue comentando cada pintura, cada imagen, y por ello tuvo mayor interés. Todo relacionado con la vida de Sidharta y su posterior conversión en Buda. Explicaciones únicas en todo el viaje.

Una cavidad de la roca con agua de lluvia se ha convertido en un vistoso estanque en Gadaladeniya

El plan que pedimos a nuestro guía incluía visitar después otro centro budista en las inmediaciones de Kandy, pero fuera de la ciudad. Se trataba del pequeño templo de Gadaladeniya.


Existen varias dependencias y lo más curioso es que está edificado sobre una enorme y plana roca. Data del siglo XIV y en la habitación de acceso se encargaba de las entradas un artista que vendía su obra, laminas y pequeños cuadros en acuarela del propio templo.

La jornada se completó con una visita al jardín botánico de Peradeniya, a seis kilómetros de Kandy, que resultó especialmente interesante. Como prueba, las cuatro horas que le dedicamos. Con sus 59 hectáreas de extensión forzosamente recorrerlo exige tiempo, pero lo hicimos con calma y disfrutando ante las maravillas arbóreas que veíamos.

Cerca de la entrada hay zonas ajardinadas, luego se suceden praderas y árboles

Es el jardín botánico más grande de Sri Lanka, y el segundo de Asia tras el de Bogor en Indonesia, y dicen algunas guías que "nadie queda decepcionado". Solo podemos corroborar esta afirmación.

Seto perfectamente tallado formando un laberinto 

Espectaculares raíces aéreas del Canarium row

El recorrido se convirtió en un disfrute para la vista, de manera muy especial cuando localizamos estos Canarium row, también identificados como Giant Java Almond, para nosotros totalmente desconocidos. 


Son árboles que impresionan, por su tamaño, tronco enorme y vertical y sus enormes raíces.


Dichas raíces alcanzaban casi dos metros sobre tierra y en la práctica eran tabiques que impedían moverse alrededor de estos ejemplares.


Pero tampoco eran los únicos, había otros árboles también espectaculares.


Las arboledas boscosas se combinan con praderas en una prueba más de que los ingleses tuvieron mucho que ver con este jardín.

Sauce cuya copa cubre 2.500 metros cuadrados de terreno, enorme

Especial mención al sauce gigante, que se desarrolla aislado en una pradera para su mejor observación. Es un árbol centenario y aseguran que sus ramas cubren una superficie de 2.500 metros cuadrados, increíble. Alguno del grupo dudaba y realizamos mediciones en plan casero, y quizás no sean 2.500 pero desde luego si 2.000 metros cuadrados.


Aunque en Kandy existió siempre un jardín botánico desde el siglo XIV, en su actual ubicación se instaló en 1821, y cuenta con varios lagos artificiales.


Recorrerlo se convierte en un placer, aunque echamos de menos mayor información sobre árboles y plantas, especialmente los más desconocidos.

Cannon ball, árbol de las bolas de cañón

Este sorprende especialmente, conocido como Cannon ball, el árbol de las bolas de cañón. Había muchos.


Impresionante avenida de las palmeras, en la que se intercalan ejemplares jóvenes entre las más grandes. Supusimos que para ir renovándolas con tiempo y que siempre esté igual de vistosa.


La fauna macaca está muy presente en todo el parque, como en el conjunto del país.

Puente colgante en el río Mahaweli, que se interna en el jardín botánico

En la práctica, el jardín botánico es la suma de una veintena de jardines, ya que incluye el área de las orquídeas, el bosque de bambú, la zona de plantas medicinales, del césped, etcétera.


Muy satisfechos por la visita, a la salida dejamos que el guía nos eligiera un lugar donde cenar. Nos llevó al hotel Senani, muy próximo al nuestro, e igualmente en una colina, lo que nos permitió comer con el lago y la ciudad de Kandy a nuestros pies.

En el transcurso de la cena, que estuvo bien, se hizo de noche, y la vista mudó. Semejantes perspectivas forzosamente repercuten en la tarifa. Al final aparecieron tres músicos, dos guitarras y un tambor, que fueron por las mesas y tocaron cosas como Guantanamera y alguna otra canción conocida en nuestra tierra. Nos sorprendió este repertorio en Sri Lanka, obviamente pensado para turistas hispanos. Se repetiría la situación en el hotel de Anuradhapura, pero allí ya nos llamó menos la atención.


Al día siguiente, tras un nuevo desayuno bufé excelente en el Kandy Hills, bajamos andando a la ciudad para visitar el Templo del Diente de Buda, el más famoso e importante del país. Era un sábado y la ciudad estaba atestada y el recinto religioso de manera especial.
Los pantalones cortos están vetados

Tras abonar la entrada, un guía por libre se nos pegó (esperando la propina) y fue indicándonos el camino a seguir, pero con gestos de prisa, lo que no era sencillo ya que hay muchas dependencias y todo lleno de gente. Seguramente quería seguir después con otros grupos.


Antes de llegar a la zona de la reliquia de Buda vimos de nuevo músicos con el atuendo habitual de los templos. Tocaban de manera continua mientras rodeaban el amplio patio, dando mucho ambiente.


Después entramos al interior y siguiendo a nuestro guía llegamos a la sala del Diente de Buda. Se sube una escalera, todos en fila, mucha gente, entrando en una habitación con doble puerta para que vayan saliendo los anteriores por el otro lado, y con las paredes e imágenes recubiertas de oro. No hay fotografías ya que estaba prohibido. Una pena ya que las caras de los devotos merecían la pena, concentrados y casi en trance. En ese ambiente, nada raro que la cesta con las aportaciones económicas de los fieles estuviera a rebosar de billetes.


Después pasamos a un recinto mayor, lleno de fieles rezando e igualmente presidido por un Buda de oro.

El templo del Diente de Buda data del siglo XVI, pero fue saqueado por los holandeses  a finales del XVIII. El último rey de Sri Lanka lo restauró unos años después. Para celebrar la reliquia, todos los años se celebra un festival de diez días de duración en los meses de julio y agosto, el Esala Perahera, en los que Kandy está a rebosar de peregrinos y turistas.

Daños causados por el atentado tamil al templo del Diente de Buda en 1988

La visita se completó con el recorrido por el museo instalado en la segunda planta, donde se sucedía material histórico del templo, libros antiguos encuadernados en tiras alargadas que se van extendiendo al estilo de un papiro plegado, esculturas, colmillos tallados en filigranas, imágenes. También una reproducción del famoso y venerado diente de Buda. 

En las paredes se exhibían fotografías de los daños causados por el atentado de extremistas tamiles al templo en enero de 1988, que provocó 17 muertos. Los Tigres de Liberación de Tamil Eelam pretendían la creación de un estado independiente para los tamiles en el norte y este de la isla, lo que provocó una sangrienta guerra civil que duró casi 30 años y finalizó en 2009 con su derrota.

Arbol sagrado en el templo. Los fieles dan vueltas siempre en la misma dirección y piden  deseos.

Quizás por ello la entrada al templo está muy controlada por policías y es preciso pasar las pertenencias por un escáner.


Adyacente al templo se encuentra el palacio real, no visitable, y unos jardines en los que descansamos.


Encontramos también una zona de ofrendas, donde los fieles llevaban todo el día encendiendo velas.


Todo el área del templo estaba lleno de gente, turistas, locales, monjes budistas y vendedores.

Comedor principal del restaurante Royal Bar Hotel, un edificio colonial bien conservado

La mañana finalizó en el restaurante del Royal Bar Hotel, un edificio colonial donde el día anterior habíamos estado tomando un zumo y descansando en su terraza. El comedor del restaurante es una joyita y la comida buena, pero excesivamente picante pese a nuestros avisos.


La jornada se completó con un espectáculo de danza en el centro cultural de Kandy, situado muy cerca del templo del Diente de Buda.


Agradable, diferente a las cosas que estamos acostumbrados a ver, pero tampoco nos impresionó.


El amplio teatro estaba lleno y al acabar hubo un espectáculo de fuego en el que los artistas se paseaban sobre brasas incandescentes, con el público ya levantado.


A valorar el esfuerzo de músicos y bailarines, con más de una hora de actuación sin descanso, una paliza con el calor que allí hacía.


Tras el espectáculo volvimos al hotel, que al día siguiente de mañana salíamos para Sigiriya.


Nos llevamos una imagen muy positiva de esta ciudad, en la que también padecimos uno de los males del turista, como es que te timen. El autor fue un joven avispado (de acuerdo con unos vendedores) que nos saludó en una zona concurrida de tiendas y mercadillo. Sonriendo, se identificó como un camarero de nuestro hotel y fingió reconocernos, y nos lo creímos, era un buen actor. Tras una pequeña conversación, nos llevó a una tienda ya que queríamos comprar una camisetas, que gracias a su gestión pagamos al triple de su valor. En fin, un asunto menor tras una jornada excelente como la que habíamos disfrutado.

Mitin del sindicato de empleados de banca junto a la zona comercial de Kandy

Y como curiosidad, esta imagen del mitin organizado por el sindicato de empleados de banca junto a la zona del mercadillo. Asistían varios cientos de personas bajo una discreta vigilancia policial. Nos llamó la atención los enardecidos parlamentos de los oradores, que realmente ponían la vida en sus discursos, de los que nada entendíamos. De hecho, pensábamos que se trataba de un acto religioso hasta que un policía nos lo aclaró. Mucha emotividad en el escenario, pero los asistentes totalmente tranquilos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario