Los tres días siguientes los dedicamos a Mirissa (uno), un lugar costero del sur de Sri Lanka no muy lejos de Galle, y al día siguiente pusimos rumbo a Tissamaharama, que todo el mundo conoce como Tissa, donde estuvimos dos jornadas para visitar el parque nacional de Yala en un safari a la búsqueda de animales, principalmente elefantes y con suerte (¡que la hubo!) algún leopardo.
Alojamientos del Perfect View, nuevecitos, inaugurados cuatro meses antes |
Dejamos el Fort Edge Retreat y nos dirigimos al Perfect View (por nombres poéticos que no sea), en Mirissa, un lugar igualmente de conocidas playas a una treintena de kilómetros de Galle.
La vista era realmente perfecta, imposible pedir más |
No fue sencillo llegar ya que se encontraba en un alto y había que utilizar caminos en los que malamente cabía un tuk tuk y de manera problemática un turismo. Tanto, que la van nos dejó abajo y el alojamiento nos envió dos tuk tuk. Al llegar el lugar nos encantó: colgado sobre el mar con unas palmeras para dar sombra. Una maravilla. El precio de las tres habitaciones con desayuno por una noche fue de 137 euros.
Habitación del Perfect View
El alojamiento tenía poco misterio: cuatro cuartos acristalados que daban al mar compuestos de habitación y baño, cada uno con una pequeña terraza, pero nuevecitos ya que habían comenzado a funcionar en septiembre del 2023. Aparte, la terraza sobre el Índico y en ella un pequeño bar.
Relajo, tranquilidad, silencio y paisaje en este alojamiento |
La clave aquí fue el exterior, donde en seguida nos aposentamos relajadamente sin demasiadas ganas de bajar a Mirissa.
Tras descansar un poco de nada, pues el viaje había sido corto, nos dispusimos a salir de excursión. Llegado el momento les dijimos que íbamos a Mirissa y el hijo del dueño, de unos doce años, nos insistió en que fuéramos a la derecha, sin que entendiéramos por qué ya que la comunicación en inglés no era fluida. Le hicimos caso, bajamos unas empinadas cuestas para aterrizar en un arenal bonito con nombre excesivo: Secret Beach. De secreta tenía más bien poco, y no teníamos interés en quedarnos allí.
Secret Beach, bonita y recoleta, pero colonizada por un chiringuito con música fuerte |
En esta playita, una cala chula, pequeña, con unos pocos árboles de porte tremendo que le dan sombra, se ha construido un chiringuito que es preciso atravesar para llegar a la arena. El sitio está bien, pero con música a todo volumen, y el mar llegaba suavecito debido a unas rocas que lo convertían casi en una piscina. Así que la vimos y nos marchamos. Desandamos el primer paseo subiendo la cuesta y luego bajamos a Mirissa. Finalmente, después de dar varias vueltas sin encontrarla, recurrimos a dos tuk tuks que en unos minutos nos plantaron en la playa principal.
Zona del puerto de Mirissa |
Mirissa cuenta con un arenal espectacular y lo aprovechamos para darnos un baño y pasar un rato tranquilos. El inconveniente fueron las rocas existentes dentro del agua, que nos obligaron a buscar un sitio más accesible.
La islita-península del fondo se llama Parrot Rock |
Tras el baño reposado le dijimos adiós para encomendarnos a la búsqueda de un restaurante. Antes dejamos constancia de la belleza de este arenal y la zona que lo rodea, incluyendo la Parrot Rock que aparece en la siguiente foto.
En la carretera/calle principal, recalamos en el Deltano´s, de comida italiana, donde consumimos pasta y pizzas hechas en un formidable horno de leña, por las que, con cervezas y postres, pagamos casi 15 euros/persona, bien para nosotros, un poco caro para este país. La atención fue excelente y la comida rica.
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Atardecer en Perfect View, desde donde disfrutamos de la puesta de sol. |
A punto de caer la tarde regresamos caminando a Perfect View, rodeando por zonas de Mirissa donde se acumulan hoteles, restaurantes y servicios destinados a los turistas. Era evidente que se trata de un lugar muy visitado. Tras ello subimos la pronunciada cuesta que llevaba a nuestro alojamiento.
Desayuno con frutas ricas y una vista que quita el hipo |
A la mañana siguiente dijimos adiós a la familia que regenta este pequeño alojamiento, reciente pero con planes para construir otras cuatro habitaciones sobre las ahora existentes. Gente entrañable, emprendedora y trabajadora, muy majos.
Fotografía para despedirnos con el propietario y sus hijos |
Tras despedirnos bajamos en los tuk tuks al puerto, donde habíamos quedado con nuestro transporte. Tuvimos que esperar un poco y lo dedicamos a observar la enorme flota pesquera allí amarrada. Aquí tienen también su base los barcos que llevan a los turistas a avistar ballenas, pero como solo íbamos a estar un día y no nos encajaba el horario, ya que salen a las siete de la mañana, no tuvimos oportunidad de hacer esta actividad. En la práctica, Mirissa fue una escala técnica para acortar el viaje hasta Tissa.
Era temprano, sobre las diez, pero ya hacía mucho calor. En el pequeño puesto policial portuario junto al que aguardábamos consideraron que debían ofrecernos unas sillas para esperar, como corresponde con turistas seniors como nosotros. Fueron muy amables.
Sentados en el puesto policial aguardando por la van en sillas que nos cedieron los agentes |
TISSAMAHARAMA
Viajamos a Tissa en una van que nos envió el hotel My Village, donde íbamos a alojarnos. El conductor, muy amable, se ofreció hacer las paradas que quisiéramos, y el precio ofertado nos pareció inobjetable: 16.000 rupias (47 euros) por 110 kilómetros de los de aquí, en los que tardamos dos horas y media. Similar al viaje de Colombo a Galle, que nos costó casi el doble.
El viaje discurrió tranquilo ya que se celebraba la fiesta budista de la luna llena y los pueblos (y sobre todo los templos, que los hay a montones) estaban engalanados y había menos tráfico del habitual. A destacar la prudencia del conductor, un detalle a valorar con el problemático tráfico rodado del país, Cientos de motos, tuk tuks, autobuses con conductores crazy y vehículos de todos los pelajes se disputaban a pitidos estridentes el limitado espacio de la calzada, invariablemente invadida por puestos de venta ambulante y por cutrosos perros callejeros que a veces se quedaban dormidos en el calor del asfalto. Nos sorprendimos de no ver ningún accidente ni atropello canino, pero tuvimos montones de casis que en ocasiones nos pusieron en vilo.
El hotel nos gustó mucho, limpio, habitaciones amplias y en general todo abierto, lo que nos recordó el de Barichara (Alto del Viento) en el viaje a Colombia del año pasado. Internet, genial. El precio con desayuno, dos noches, 326 euros.
El camino de acceso al hotel lo divide en dos partes: la principal, con la mayoría de las habitaciones y el comedor; del otro lado, alguna habitación y la espléndida piscina entre árboles. Un lugar ciertamente acogedor, cerca del lago de Tissa.
Ni que decir tiene que le dimos uso a los pocos minutos. En Sri Lanka es casi obligado.
Nada más alojarnos gestionamos la visita del día siguiente al parque nacional de Yala, uno de los más importantes del país. El hotel se encargó de todo, gestionándonos el guía con vehículo especial para ver a los animales. El precio, sobre 50 dólares persona, incluyendo la entrada del parque, el vehículo y el guía.
La fiesta de la luna llena sacó a mucha gente a la calle y llenó la acequia de bañistas |
Esa tarde la teníamos, digamos, libre, y salimos a caminar sin rumbo. Tissa no es un pueblo atractivo, y principalmente consta de una calle con comercios y servicios, incluido un banco donde hicimos la primera retirada en efectivo con tarjeta, a muy buen cambio.
De noche muchos jóvenes seguían metidos en el agua |
Dando vueltas por la ciudad nos encontramos con un gran templo budista y cientos de personas entrando y saliendo por la fiesta. Algunos nos saludaban y preguntaban nuestro país de procedencia. Aunque en Sri Lanka, y en Tissa, hay muchos turistas, su destino principal son las playas o el parque nacional de Yala, no una fiesta budista algo apartada donde casi éramos los únicos guiris.
No sabíamos si podíamos acceder al interior, y decidimos probar.
Resultó que sí, que nuestra presencia no generaba problema alguno. Nos acercamos a la enorme dagoba.
Grupos de personas, todas descalzas, llevaban en alzas una gigantesca alfombra roja, que antes debía estar colocada en el suelo. Durante un rato presenciamos el espectáculo en medio de una gran animación. Después, al alojamiento.
Ese día, igual que haríamos al siguiente, almorzamos en el hotel y resultó de maravilla. Platos muy ricos y abundantes y muy cómodos y bien atendidos. El desayuno también fue genial.
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Langostinos a la plancha con patatas fritas y verduras y salsitas más bien picantes |
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Noodles con verduras y langostinos |
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Enormes campos de arroz rodean Tissa, los veríamos con frecuencia |
Tissa se ubica junto a un enorme lago, que al caer la tarde resulta espectacular. Hay barcas de pescadores y recibimos ofertas para dar un paseo, pero teníamos reciente el de Koggala.
Junto al lago vimos algo parecido a un paseo marítimo y además iluminado. Fue la excepción en el viaje, en el que tampoco vimos calles peatonales.
PARQUE NACIONAL DE YALA
El bufalito se amamantaba ajeno a nuestra presencia, como la madre |
El parque había estado cerrado por inundaciones un tiempo, y se notaba. Por la cantidad de agua que podíamos ver y por los daños que habían sufrido los caminos.
Varias manadas de búfalos nos recibieron nada más entrar |
El parque ocupa casi mil kilómetros cuadrados, una extensión enorme de la que vimos una ínfima parte. Los guías ya tienen senderos conocidos y su objetivo es que los clientes puedan ver el máximo posible de animales. Tampoco la fauna aquí es espectacular, los principales son el elefante, más sencillo de localizar, y el siempre esquivo leopardo.
El amanecer coincidió con nuestra llegada y pillamos a los animales diurnos empezando su jornada.
Los vehículos circulaban con relativa lentitud. El agua había dañado los caminos y generado grandes socavones. Un vehículo quedó atrapado y entre varios guías lograron sacarlo. Realmente, íbamos en procesión y los guías se comunicaban por teléfono para informarse de los lugares donde aparecían animales. Cuando llegaba una información, se ponían en marcha a toda velocidad, compitiendo entre ellos por ser los primeros.
El macho organiza su cortejo exhibiendo toda su belleza, que no parece impresionar a la dama |
Pavos reales vimos muchos en Sri Lanka, pero pocas veces contemplamos el espectáculo de un macho haciendo las beiras a una hembra situada a su lado. Precioso.
Atasco en la calle mayor de Yala |
El momento más tenso, ya avanzada la mañana, fue cuando llegó la noticia de que un leopardo se había dejado ver. Los vehículos se pusieron en marcha de manera atolondrada, pero se consiguió el objetivo.
Pudimos ver un leopardo moviéndose lentamente en la espesura, espectáculo que un rato después se repetiría. Es algo mágico, aunque parte del grupo estuvo años atrás en el sur de África, donde la fauna es mucho más abundante y espectacular que en Sri Lanka. Aún así, fue una mañana bien empleada.
También pudimos ver varios elefantes, pero siempre aislados o como mucho uno o dos con una cría, no manadas.
La parada de descanso se realizó junto a una playa muy chula, donde al parecer el tsunami de hace dos décadas provocó importantes daños.
Todavía seguimos un rato más, hasta que a las diez de la mañana, la hora prevista, iniciamos el regreso.
Antes de abandonar Yala encontramos más animales, elefantes y cerdos salvajes como los de la imagen superior.
O grandes rebaños de cérvidos, muy abundantes.
Igualmente esta simpática familia de monos.
Lagunas desbordadas fueron una constante en nuestro trayecto, como está situada junto a la gigantesca roca que preside el parque, una especie de Lion Rock de Sigiriya un poco más pequeña.
Nuestro guía, Thorindu, se esforzó lo suyo en perseguir animales, obviamente estimulado por la propina que esperaba conseguir. A veces su entusiasmo visiblemente interesado llegaba a hacerse pesado. Y cada poco nos pedía la cámara para hacernos fotos, lo que era innecesario y no nos apetecía, pero daba corte decirle que no. En una de esas se le cayó nuestra cámara en la arena y nunca más volvió a funcionar.
Y como despedida, imagen del desayuno que nos dieron en el hotel para tomarlo en el parque, muy digno.
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